PUEBLOS DE CHIGUATA QUE RENDÍAN CULTO AL VOLCÁN MISTI DURANTE EL PERIODO PREHISPÁNICO*



Hacía 1582, el famoso extirpador de idolatrías Cristóbal de Albornoz escribía un documento titulado: Instrucción para descubrir todas las Guacas del Pirú y sus camayos y haziendas, que a la postre se convertiría en una valiosa fuente para el estudio de la religión andina prehispánica -sobre todo en los aspectos rituales- y también para el conocimiento del movimiento insurreccional indígena del Taki Onqoy.
La instrucción…, tiene un apartado dedicado a las huacas pacariscas, que quería decir criadoras de sus naturalezas y eran de diferentes formas y nombres; podían ser: piedras, fuentes y ríos, cuevas, animales, árboles, nevados y volcanes (Albornoz 1989[1582]:169). Los cerros de nieves y volcanes ubicados en la cordillera occidental, fueron considerados como huacas pacariscas; hacía el horizonte tardío fueron objeto de un culto más magnificente que en anteriores épocas, ya que el Inca doto de muchos ganados (camélidos), objetos suntuarios (ejm. Vasos de oro), mitimas que cultivaban las chacras, cuya producción se destinaba para el culto al volcán. Albornoz considera como huacas pacariscas al Sarasara, Solimana, Coropuna, Ampato, Putina (Misti), y nevados y volcanes de Chile hasta el río Loa (Albornoz 1989[1582]:170-171).
En el caso del volcán Misti, Albornoz escribe: “Ay otra huaca Pacarisca sobre Arequipa que es el volcán de la ciudad que se llama Putina que puso el Ynga muchos mitimas para su servicio como fueron los pueblos de La Chimba de Gómez Hernández y el pueblo de Chiguata y el de Chacacato [Sic para Characato] y otros” (Albornoz 1989 [1582]:170).
La Chimba, Chiguata, Characato y otros, rendían culto al volcán. La Chimba estaba constituido por los Yanahuaras, Chumbivilcas y Chillques, todo estos grupos pertenecían a la parte del Condesuyo; Chiguata y Characato estaban constituidos por mitimas de la provincia de Canas y Canchis del Collasuyo, en cuanto a los “otros”, pudieron ser collas y quiguares también del Collasuyo (Julien 2002; s/f).
Centrándonos en Chiguata, durante el periodo inca debió estar conformado por los pueblos de Tilumbaya, Camata y Copoata, según la cédula de encomienda emitida a Diego Hernández de Mendoza en 1540 (Julien 2002:19). Si tenemos en cuenta que Chiguata estaba destinado a rendir culto al volcán Misti, podemos entender que los pueblos mencionados arriba, debieron cumplir ese propósito. En la actualidad Tilumbaya y Camata permanecen como nombres de poblados, más el poblado de Copoata es desconocido, sin embargo este debió estar ubicado en un lugar que hoy en día se conoce como Pucarillo.
Chiguata es un distrito tradicional arequipeño, ubicado al noreste de Arequipa entre las faldas del volcán Misti y Pichi Pichu, su estructura actual corresponde a la implantación de una reducción toledana durante el siglo XVI. Su producción económica está basada en la agricultura y ganadería. El aprovechamiento de las aguas del río Huasamayo hizo posible la adecuación de las laderas de los cerros para la agricultura, que implica una adecuada edificación de andenes con su sistema de riego.
Tilumbaya en las actualidad esta ubicada a la entrada de Chiguata, no quedan restos que puedan indicarnos la ubicación de la población prehispánica. Camata es un poblado ubicado en una ladera de cerro, constituye un asentamiento achorítico, su población durante los incas y en la actualidad no sobrepasa la decena de unidades familiares, no quedan rastros de la ocupación prehispánica; sin embargo Pucarillo, que debió ser Copoata, alberga rastros de la ocupación prehispánica.
Cruzando una pequeña quebrada en una pequeña planicie de unos 800 metros cuadrados se ubica Pucarillo, dicho topónimo obedece al color rojizo de la tierra; en su superficie se puede observar rastros de arquitectura y cerámica inca. En las construcciones inca, la piedra era labrada de una forma almohadillada, los muros eran edificados en una doble hilera, de tal forma que cada lado poseía un buen acabado; hoy en día en Pucarillo quedan piedras labradas en forma almohadillada, como también las bases en doble hilera de las construcciones inca, a ello se debe agregar construcciones en la ladera oriental de estructuras circulares, cuyos fines posiblemente servían de depósitos; aún quedan restos hoyos en la tierra, cuyo interior esta revestido con hileras de piedra, su diámetro no sobre pasa el metro, por lo que podemos deducir que no debieron ser lugares de enterramiento, si los comparamos con los hoyos (cista subterránea) ubicados en el cerro Huactalacta (Pocsi) o en Churajón, cuyo diámetro es mayor, en donde sí se enterraba a los muertos; así que los hoyos en Pucarillo debieron ser lugares de pago a la tierra. La construcción de una vivienda que data de 1928, en su aprovechamiento de las piedras labradas inca, nos ha privado apreciar lo que quedaba de las construcciones que allí se encontraban. Sin embargo nos queda como compensación los restos de cerámica que se encuentra en toda la superficie de Pucarillo. Esta cerámica corresponde al estilo Inca, por la finura de su acabado; en Chiguata no existe lugar alguno en donde se ubique tal concentración de cerámica, y si a ello le agregamos los restos de construcción que quedan, nos hace ver a Pucarillo como un sitio Inca muy importante, posiblemente un centro ceremonial dedicado al culto del volcán.
La finalidad de Pucarillo, debió estar orientada al culto del volcán Misti (Putina para entonces), ya que desde el lugar se puede apreciar al volcán de una manera imponente; siendo el Misti un volcán joven y activo, que en cada cierto tiempo debió emitir de su cráter fumarolas debió sobrecoger los ánimos de los habitantes por lo que fue objeto de culto por parte de los pueblos de Chiguata; en Pucarillo los sacerdotes incas debieron ofrecer día a día ofrendas consistente en productos agrícolas, objetos suntuarios, sacrificios de camélidos, todo esto para mantenerlo tranquilo, y no entre en erupción.
Hacía el lado occidental de Pucarillo, cruzando el río Huasamayo, se ubican construcciones rectangulares hechas en piedra que posiblemente fueron tambos, ya que por el lugar pasaba el camino que comunicaba el valle de Arequipa con el Altiplano; llama la atención una construcción religiosa moderna, cuya forma en “U”, nos remite la larga tradición de construcciones ceremoniales en dicha forma, su orientación esta dirigida hacía la salida del sol, también se aprecia la cima de Pucarillo de una manera estratégica; en la actualidad por los restos de botellas rotas y restos calcinados cerca de la construcción, era objeto de ritos , donde se realiza pagos a la tierra con actos religiosos católicos.
Hoy en día no podemos disponer de más información (a parte de restos arqueológicos y documentos coloniales tempranos) para poder tener un conocimiento preciso sobre los pueblos que rendían culto al volcán que en la actualidad es objeto de veneración como un Apu, por parte de los pobladores de Chiguata.
A lo antedicho, se agrega las excavaciones arqueológicas realizadas en el cráter del volcán, en donde se encontraron restos de sacrificios humanos, como parte de un sacrificio expiatorio a decir de María Constanza Ceruti (Ceruti 2001:389-391; 2003:40-42).
Se conoce que el Misti hizo erupción hacía el siglo XV, durante el gobierno de Inca Yupanqui (Murua 1946; 1987 [1616]) lo que habría motivado el sacrificio expiatorio que mencionábamos antes, esta erupción es corroborada por el estudio de los estratos terrestres en Arequipa, ya que por debajo de la capa de ceniza blanca, producto de la erupción volcánica del Huaynaputina en 1600, se ubica una capa de ceniza negra que corresponde a la erupción del Misti (Chávez: 1993). Hacía el periodo Colonial disponemos de información sobre las veces en que el Misti entró en actividad, como fueron durante los años de 1677; 1784; 1787 (Travada y córdova 1958 [1752?]:24-33; Zamácola 1958:90; Barriga 1941:7-23).
Ha merecido un estudio muy pormenorizado la actividad volcánica durante el periodo colonial a lo largo y ancho de América, gracias a la documentación generada (Bouysse 1988; Peraldo Huertas y Mora Fernández 1995; Ruiz Guadalajara 2004; Petit-Breuilh Sepúlveda 2004), hacía el periodo prehispánico solo contamos con los diferentes mitos que se conservan sobre los volcanes y excavaciones arqueológicas realizadas en algunos volcanes de México y Centroamérica (Rueda Smithers: 1992; Manzanilla 1997).
Las excavaciones arqueológicas en Pucarillo nos proporcionará información sobre la magnitud del culto que se rendía al Misti, mientras tanto solo nos queda monitorearlo y estar prevenidos, ya que en el Cuarto Congreso Mundial de Vulcanología realizado en Quito en enero del 2006, se informó que el Misti y el Galeras (volcán colombiano) son los volcanes que más riesgo presentan para las poblaciones que se ubican en sus faldas.



BIBLIOGRAFÍA.
- ALBORNOZ, Cristóbal de (1989) [1582], “Instrucción para descubrir todas las huacas del Pirú y sus camayos y haciendas”; en: Fábulas y Mitos de los Incas; C. de Molina; C. de Albornoz; edición de Enrique Urbano y Pierre Duviols; pp. 161-198. Crónicas de América 48, Historia 16, Madrid.
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* El presente trabajo es fruto de las ideas vertidas por el Dr. Félix Palacios Ríos, en su curso de Historia Andina de la Segunda Especialidad en Historia y Espacio Regional.

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