«El criterio cultural sustituyó al criterio biológico» La aculturación en la Arequipa colonial.

He querido comenzar el título de este  breve ensayo citando a Charles Gibson,[1] quien al analizar los grados de aculturación de «las sociedades indias bajo el dominio español» manifiesta que los indios al vivir en menor cantidad entre blancos, mestizos, negros y mulatos se involucraban en un proceso de aculturación al punto que luego de haber adquirido el castellano como lengua y algunas costumbres españolas, dejaban de ser indios para pasar a ser considerados como mestizos, incluso españoles.
Un rasgo fundamental de la ciudad de Arequipa (fundada por los españoles en 1540) es el apelativo  con que se la conoce: la ciudad blanca. Actualmente, la población arequipeña concibe que el apelativo de «ciudad blanca» es por el empleo del sillar (material de color blanco) en la construcción de edificios civiles y religiosos que datan del periodo colonial como republicano. Sin embargo, los historiadores arequipeños determinaron que el apelativo de «ciudad blanca» se debe a cuestiones de asentamiento poblacional colonial. Hacia 1792 se realizó un censo durante el gobierno del virrey Gil de Taboada y Lemos. Las cifras del censo para el caso de la ciudad de Arequipa arrojaron que la población «española» duplicaba a la cantidad de mestizos y cuadriplicaba a la de indios. Es más, para la misma época –según cifras del mismo censo-  los españoles en Arequipa superaban a la cantidad de españoles asentados en las ciudades de Lima, Tarma, Trujillo, Huancavelica y Huamanga. Hacia finales del periodo colonial la población arequipeña era mayoritariamente española, vale decir blanca.
A decir de James Lockhart, en el periodo colonial el uso  del término «blanco» fue raro, es a partir de finales del siglo XVIII que comienza a generalizarse para designar el fenotipo español. Dentro de la jerarquía social, cuanto más español fuera uno, más alta sería su posición.[2] Lo interesante del planteamiento de Lockhart, aplicable para la población resultante de la unión español-indígena y español-negra, es que tanto los mestizos como los mulatos podían aspirar a formar parte del mundo español, por el grado de españolidad que poseían gracias a la aculturación. Parte importante en la inserción de mestizos y mulatos al mundo español fue el grado de riqueza o posición que podían tener; por encima del criterio  biológico inmanente,  culturalmente eran admitidos como españoles. Los étnicamente mezclados que vivían en las ciudades  llegaron a desenvolverse en roles intermedios, muchos de ellos conseguían ser admitidos y reconocidos por la comunidad como españoles en un grado inferior.[3]
La breve consideración que hemos tomado de Lockharth nos permite comprender mejor y esbozar algunos considerandos respecto al apelativo de «ciudad blanca» que detenta Arequipa. Esta cuestión y su correspondiente investigación han sido abordadas por el historiador arequipeño Álvaro Espinoza de la Borda. Aquí nos vamos a nutrir del avance que ha presentado Espinoza de la Borda en una conferencia titulada «Arequipa, ciudad blanca: un censo y la elaboración de una imagen».[4]
 Lockharth enfatiza  la aculturación de los étnicamente mezclados, vale decir mestizos y mulatos, y su posterior reconocimiento como españoles. Para el caso de Arequipa, la historiografía tradicional considera que la ciudad es mestiza. Para sustentar el mestizaje arequipeño, se apela al sincretismo español-andino que se representa en las esculturas que presentan las fachadas de algunas iglesias y casonas coloniales. También, se toma como ejemplo  la manera peculiar del habla de los chacareros (campesinos) arequipeños, quienes se expresan tanto con palabras de origen castellano como quechua, aimara incluso puquina.  El proceso de reasentamiento poblacional colonial en la ciudad de Arequipa, hizo que desde épocas tempranas se consolidará una población española. La población indígena más cercana a la ciudad se ubicaba fuera del damero en la parroquia de indios de santa Marta.  A mayor distancia se encontraban poblaciones indígenas ubicadas en los emplazamientos nacidos de la implantación del sistema de reducciones toledanos. El descenso demográfico afectó a las poblaciones indígenas. Parte de este vacío demográfico que dejaron, permitió que las labores en los campos agrícolas fueran ocupadas por las poblaciones mestizas.   Si hay algo que caracteriza a la ciudad de Arequipa de periodo colonial, es que la mayor actividad productiva es definitivamente agrícola. Españoles, indígenas y mestizos (la población negra era inexistente en la ciudad) tuvieron como espacio común a la chacra. Existió un proceso de aculturación que permitió a las poblaciones indígenas y  mestizas arequipeñas adquirir un «carácter español». Este carácter español se refleja en las cifras del censo.
La investigación de Espinoza de la Borda contrasta los datos del censo virreinal de 1792 con padrones de población tardío coloniales de las diferentes parroquias ubicadas alrededor de la ciudad. Los padrones parroquiales fueron más minuciosos y fidedignos al momento de catalogar a la gente; los resultados dan a conocer que la mayoría poblacional arequipeña era indígena y mestiza. Ante una población mayoritariamente no española ¿por qué el censo virreinal tardío colonial presenta otra realidad poblacional? La respuesta la encontramos en el grado de aculturación que poseyeron los indígenas y mestizos arequipeños. Al momento de llevarse el censo de 1792, para definir a la gente dentro del sistema de castas, se tuvo en cuenta el grado de aculturación que poseían. Es por ello que el grueso de la población española estaba compuesto por aquellos que realmente eran españoles (generalmente ubicados en el cuadrante urbano) y aquellos  que gracias a un proceso de «blanqueamiento» adquirieron costumbres españolas. Los indios y mestizos arequipeños, por un criterio cultural, dejaron de ser considerados biológicamente como tales, y pasaron a convertirse a españoles. Décadas después, en pleno periodo republicano se va a seguir manteniendo la cuestión de sustitución del criterio cultural por el del criterio biológico; las sociedades republicanas para ser considerados como «blancos» no necesitaban contar con ese color de piel; se podía ser considerado como blanco  gracias a la educación, honor y buena posición económica que una persona podía tener.[5] La diferencia es que ya no se aspira a ser español, sino blanco.
 Por las consideraciones de Gibson y Lockhart, podemos manifestar que  Arequipa es una ciudad blanca, pero es blanca gracias al proceso de aculturación que se gestó en el  periodo colonial.




[1] Gibson, C. «Las sociedades indias bajo el dominio español». En: Historia de América Latina vol. 2, Leslie  Bethell (ed.), Barcelona: Crítica. 1990.
[2] Lockhaht, James. «Organización y cambio social en la América española colonial». En: Historia de América Latina vol. 2. Leslie Bethell (ed.), Barcelona: Crítica. 1990.
[3] Lockhaht, James. «Organización y cambio social en la América española colonial». pp. 50-53; 58-61.
[4] Universidad Católica San Pablo - Centro de Estudios Peruanos. «IV Seminario de Historia del Perú. En torno al orden hispánico en el Perú: mitos y verdades.» Arequipa, 08 de noviembre al 06 de diciembre del 2013.
[5] Cosamalón Aguilar, Jesús A. «Mestizaje e interrelación social en el tránsito de la sociedad de castas a la república liberal. Lima, 1790-1860»  En: En el nudo del imperio. Independencia y democracia en el Perú. Carmen Mc Evoy, Mauricio Novoa, y Elías Palti (Editores), Lima: IEP, IFEA. 2012.

Comentarios

lexx ha dicho que…
interesante¡¡¡¿¿

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